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Ojalá

Uno se siente estúpido cuando recuerda algo del pasado, le duele y vigila su entorno, como si alguien pudiese leer sus pensamientos. Quizá ese dolor explique mi falta de valor. El siguiente texto lo escribí en una habitación oscura, sólo, sintiéndome desdichado y, por qué no reconocerlo, algo borracho.  Por ello, no lo había transcrito hasta hoy. Durante casi 3 años me dolía verlo, borrarlo o leerlo. Me habían hecho daño y en la soledad del momento escribí las frases que deseaba oír en boca de un amigo.   Ojalá recuerdes y leas esto Ojalá recuerdes haberlo escrito Ojalá mañana sea un día mejor que el vivido Ojalá seas quien quieres ser Ojalá no hayas metido la pata Ojalá todo sea un recuerdo feliz Ojalá afrontes los límites de tu fuero interno Ojalá encuentres la voluntad que tanto añoras  Ojalá halles es camino hacia una vida plena Ojalá esto te haga darte cuenta de lo que llevas dentro Ojalá dejes de forzar tu ser Ojalá seas quien eres realmente  Ojalá encuentres el camino No tienes

Mi abuelo

Cierro los ojos y lo veo de espaldas. Andando tranquilamente por un campo de hierba alta y verde. Viste botas de agua (katiuskas), un pantalón de trabajo azul, camisa de cuadros bien metida por los pantalones y sombrero de pescador de tela vaquera. Aunque está cano y ya no llena la ropa como antes, pisa firme y me guía por los senderos. Él conoce los caminos y me ayuda a saltar las cercas con alambre de espino. Primero la cruza él, luego usa su sombrero para agarrar el alambre y ponérmelo más fácil. En su bolsillo siempre lleva una navaja algo sucia, vieja y con la hoja deformada por los afilados. Sólo la saca para eliminar las malas hierbas o cortar varas de avellano, luego las pelas y talla en bellas obras. Mi abuelo ya no está pero aún lo veo.